
Parece que ya no alcanza con vivir.
Ahora hay que encajar cada minuto como si la vida fuera un tablero de Tetris en modo experto.
Y el premio no es diversión, sino aplausos por estar agotada.
El reloj ya no da la hora: te reta
Tu smartwatch no te acompaña, te regaña:
“No cerraste tus anillos.”
“Racha rota: 0 días de paz.”
“¿Querés perder tu empleo o hacer la lección?” – firmado, el búho de Duolingo.
El descanso se convirtió en KPI.
Y si no lo subís a Stories con filtro de amanecer, parece que ni cuenta.
Niñez con KPI
La agenda Tetris no es solo tuya, también la heredan las infancias:
Inglés, Kumon, robótica, karate, ballet, mindfulness infantil.
Niños con más horarios que dientes.
Niños con calendario compartido y asistente virtual.
Antes jugábamos a las escondidas.
Ahora los escondemos de la agenda.
El aburrimiento, que era cuna de creatividad, se convirtió en emergencia a resolver con cuatro apps y tres cursos.
Burnout aspiracional
Ya no presumimos vacaciones.
Ahora presumimos cansancio:
“Dormí 3 horas y trabajé 12.”
Y el otro responde: “Wow, sos increíble.”
Ese es el nuevo status symbol: estar al borde del colapso.
Porque en la era de la pornoproductividad, la medalla no es vivir… es sobrevivir.
La rebeldía es pausar
Respirar también cuenta, aunque tu reloj no lo entienda.
El descanso no es improductivo: es humano.
Y aburrirse no es fracaso: es espacio para la creatividad.
Tu valor no está en tu agenda.
No sos KPI humano.
No sos tus métricas, ni tus checklists, ni tus rachas de app.
El manifiesto rosa
En La Oveja Rosa no creemos en el burnout como medalla.
Creemos en rebeldía consciente.
En hacer del descanso un acto revolucionario.
En rescatar la sorpresa de la tiranía del calendario.
Porque la vida no se mide en checklists.
Y porque no hay pieza de Tetris más valiosa que la que dejás caer a propósito para abrir un hueco a lo inesperado.
Atentamente, Valeria P. Silveira.