La Trampa de la Perfección y la Paz que No Está en la Báscula

Nadie es perfecto, pero ¿quién quiere ser Nadie?


Valeria Pérez Silveira


¿Cuánto tiempo más vas a gastar odiando tu cuerpo? ¿Cuántos días vas a perder mirándote con desprecio en el espejo antes de darte cuenta de que la paz no está en la talla de tu ropa, sino en dejar de pelear con lo que ves?


Vivimos en una cultura que nos ha convencido de que nuestro cuerpo es un proyecto de mejora infinita. Se nos vende la idea de que seremos más felices, más exitosas y más amadas cuando alcancemos el cuerpo “correcto”. Pero ¿Quién define ese estándar?


Desde niñas, nos enseñan a medirnos en función de la apariencia, a creer que el valor de una mujer está ligado a su delgadez, su piel sin marcas, su juventud eterna. La industria de la belleza, con un valor de más de 500 mil millones de dólares a nivel mundial, se alimenta de nuestras inseguridades. Nos dice que nuestro cuerpo es un problema que necesita ser corregido y nos vende las soluciones: dietas, cirugías, productos milagrosos, entrenamientos extremos. Todo bajo una promesa silenciosa: cuando finalmente llegues ahí, serás suficiente.


Pero la realidad es otra: no hay ahí. No existe un punto en el que la cultura de la perfección te dé permiso de existir en paz. Incluso las mujeres que cumplen con los estándares impuestos siguen recibiendo mensajes de que algo más debe ser arreglado.


El Costo de la Violencia Estética


La imposición de un modelo único de belleza no es solo un problema de autoestima. Es un problema de salud pública.


Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), los trastornos de la conducta alimentaria han aumentado un 50% en la última década, con un impacto mayor en mujeres jóvenes. En México, la anorexia y la bulimia afectan a más del 10% de la población femenina joven y son los trastornos psiquiátricos con la tasa de mortalidad más alta.


Pero el daño va más allá de las cifras. La violencia estética se manifiesta en la presión social para modificar nuestros cuerpos, en la vergüenza que sentimos al usar cierto tipo de ropa, en el odio que aprendemos a dirigirnos frente al espejo. Es la razón por la que el 64 % de las mujeres reportan que su estado de ánimo diario está influenciado por cómo creen que se ven. Es la causa por la que más del 70% de las adolescentes evitan hacer ciertas actividades porque no se sienten lo suficientemente “bonitas” para ser vistas.


Nos han enseñado a creer que el cuerpo es un proyecto y no un hogar, que nuestra apariencia determina nuestro éxito, nuestras oportunidades, nuestra capacidad de ser amadas. Nos han hecho creer que estar en guerra con nuestro cuerpo es normal.


¿Y Si Dejamos de Luchar?


La paz con el cuerpo no llega cuando logras cambiarlo. Llega cuando dejas de pelear contra él. Porque el atardecer no será más hermoso en un cuerpo más delgado. Porque la risa no será más intensa con cinco kilos menos. Porque el amor que mereces no depende de un número en la báscula.


El éxito no se mide en centímetros de cintura ni en el peso que perdiste. Se mide en cuánto espacio ocupas sin disculparte, en cuánto disfrutas tu vida sin esperar el momento en que “por fin” serás suficiente.


Cuidarte no tiene nada que ver con perder peso. Cuidarte es alimentarte con amor, moverte porque te da placer, darte descanso sin culpa y soltar la obsesión de encajar en un molde imposible.

Salir del clóset de tu cuerpo es dejar de pedir permiso para existir. Es desafiar la narrativa que te ha dicho que tu valor está condicionado a tu apariencia. Es entender que tu cuerpo no es tu enemigo: es tu hogar. Y mereces habitarlo con dignidad.


La pregunta es: ¿cuánto más tiempo vas a perder luchando contra ti misma?


Más de mi inspiración

By X a la N July 28, 2025
Spoiler: el buen amor no te deja en visto emocional.
By X a la N July 14, 2025
Spoiler: el buen amor no te deja en visto emocional.
By X a la N July 7, 2025
Vivimos en un mundo donde el amor se scrollea.
By X a la N July 2, 2025
NO ES UN DRAMA, ES CIENCIA.
By X a la N June 25, 2025
Rodeate de luz, o vas a pasar la vida esquivando sombras.
By X a la N June 18, 2025
No hay que ser parte para defender. Solo hay que estar despierta .
By X a la N June 13, 2025
Papás al chile: un homenaje sin filtro
May 30, 2025
¿Y si el problema nunca fue tu cuerpo, sino la forma en que te enseñaron a verlo?
May 28, 2025
La salud que nos exigen, nos enferma
May 27, 2025
Cuando somos niñas, vivimos “primeras veces” constantemente: aprendemos a caminar, a hablar, a andar en bicicleta, a colorear fuera de la línea, a preguntar sin miedo. Cada semana trae una nueva lista de descubrimientos. Vivir es explorar. Al crecer, algo cambia: nos volvemos cautas, cómodas. El miedo al ridículo, al error o a “no hacerlo bien” nos paraliza. Sin darnos cuenta, pasan meses -o años- sin que hagamos algo por primera vez. ¿Por qué dejamos de atrevernos? ¿Por qué creemos que solo se crece cumpliendo años, y no intentando? Este blog no solo cuestiona: es una invitación a moverte desde el deseo, no desde la experiencia; a hacer espacio para lo nuevo; a recordar que todo lo que hoy dominás alguna vez te dio miedo. ¿Cuándo fue la última vez que hiciste algo por primera vez? No me refiero a lo que ya hacés con soltura, sino a lo que llevaste a cabo con las manos temblorosas, la voz insegura, el ego pidiéndote que no te expusieras. Empezar no es sinónimo de ignorancia, sino de valentía: de bajar el volumen del ego y subir el de la vida. Hacer algo nuevo te coloca en modo aprendiz: te incomoda, sí, pero también te despierta. Te obliga a escuchar, a mirar con ojos renovados, a pedir ayuda sin culpa. Te devuelve a ese sitio que el mundo adulto suele robarnos: el derecho a intentar. Nos educaron para tener respuestas antes de preguntar, para “hacerlo bien” a la primera. Pero en la vida real se prueba, se fracasa, se vuelve a intentar. Y en ese proceso aparecen cosas hermosas: Se rompe la rutina. Se activan rutas nuevas en la mente y en el corazón. Nos reconectamos con el presente. Recordamos que estar vivas implica equivocarnos sin culpa. Ser principiante también es ser valiente. Hay que tener coraje para decir otra vez: “No sé, pero quiero aprender”. ¿Cuándo fue la última vez que te permitiste tropezar con algo nuevo sin sentirte menos por eso? Este es tu recordatorio, Oveja: no sos menos por empezar de cero; sos más por animarte a crecer. Si necesitás una excusa para dar el primer paso, aquí van algunas ideas: Probar un plato diferente. Pedir ayuda sin miedo. Ir sola a ese lugar que siempre postergaste. Empezar una conversación difícil. Tomar una clase de algo que no dominás. O simplemente decir: “Nunca lo hice, pero quiero intentarlo”. Y si buscás un mantra, que sea este: “Nadie nace sabiendo, pero todas podemos renacer animándonos.” ¡Ahora es tu turno! Pásate por nuestro Instagram @soy_la_oveja_rosa y cuéntanos en los comentarios: ¿Qué hiciste por primera vez últimamente? ¿Qué nueva experiencia te animarías a probar antes de que termine el año? ¡Nos encanta leerte y celebrar cada primer paso contigo!