No sos menos por no saber; sos más por atreverte a aprender

Cuando somos niñas, vivimos “primeras veces” constantemente: aprendemos a caminar, a hablar, a andar en bicicleta, a colorear fuera de la línea, a preguntar sin miedo. Cada semana trae una nueva lista de descubrimientos. Vivir es explorar.


Al crecer, algo cambia: nos volvemos cautas, cómodas. El miedo al ridículo, al error o a “no hacerlo bien” nos paraliza. Sin darnos cuenta, pasan meses -o años- sin que hagamos algo por primera vez.


¿Por qué dejamos de atrevernos? ¿Por qué creemos que solo se crece cumpliendo años, y no intentando? Este blog no solo cuestiona: es una invitación a moverte desde el deseo, no desde la experiencia; a hacer espacio para lo nuevo; a recordar que todo lo que hoy dominás alguna vez te dio miedo.


¿Cuándo fue la última vez que hiciste algo por primera vez? No me refiero a lo que ya hacés con soltura, sino a lo que llevaste a cabo con las manos temblorosas, la voz insegura, el ego pidiéndote que no te expusieras.


Empezar no es sinónimo de ignorancia, sino de valentía: de bajar el volumen del ego y subir el de la vida. Hacer algo nuevo te coloca en modo aprendiz: te incomoda, sí, pero también te despierta. Te obliga a escuchar, a mirar con ojos renovados, a pedir ayuda sin culpa. Te devuelve a ese sitio que el mundo adulto suele robarnos: el derecho a intentar.


Nos educaron para tener respuestas antes de preguntar, para “hacerlo bien” a la primera. Pero en la vida real se prueba, se fracasa, se vuelve a intentar. Y en ese proceso aparecen cosas hermosas:


  • Se rompe la rutina.
  • Se activan rutas nuevas en la mente y en el corazón.
  • Nos reconectamos con el presente.
  • Recordamos que estar vivas implica equivocarnos sin culpa.


Ser principiante también es ser valiente. Hay que tener coraje para decir otra vez: “No sé, pero quiero aprender”.


¿Cuándo fue la última vez que te permitiste tropezar con algo nuevo sin sentirte menos por eso?


Este es tu recordatorio, Oveja: no sos menos por empezar de cero; sos más por animarte a crecer.


Si necesitás una excusa para dar el primer paso, aquí van algunas ideas:


  • Probar un plato diferente.
  • Pedir ayuda sin miedo.
  • Ir sola a ese lugar que siempre postergaste.
  • Empezar una conversación difícil.
  • Tomar una clase de algo que no dominás.
  • O simplemente decir: “Nunca lo hice, pero quiero intentarlo”.


Y si buscás un mantra, que sea este:

 “Nadie nace sabiendo, pero todas podemos renacer animándonos.”


¡Ahora es tu turno! Pásate por nuestro Instagram
 @soy_la_oveja_rosa y cuéntanos en los comentarios:


  1. ¿Qué hiciste por primera vez últimamente?
  2. ¿Qué nueva experiencia te animarías a probar antes de que termine el año?

¡Nos encanta leerte y celebrar cada primer paso contigo! 

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