
Desear cuando lo primero que sentís es vergüenza no es fácil.
Desear cuando tu primer impulso es esconderte se vuelve casi un imposible.
Y no, no es tu culpa.
No es tu falta de autoestima.
No es que no sepas “disfrutar”.
Las investigaciones son claras:
Una mala imagen corporal está directamente relacionada con menos deseo sexual, menor disfrute y mayores dificultades para alcanzar el orgasmo (Journal of Sex Research, 2017; Cash & Smolak, 2011).
¿Cuánto podés entregarte al placer si tu mente está ocupada pensando si tu panza se nota, si tu celulitis es visible o si tu cicatriz “arruina” el momento?
¿Cómo vas a disfrutar si, antes de sentir deseo, aprendiste a sentir vergüenza?
No nos entrenaron para sentir.
Nos entrenaron para corregirnos.
Nos entrenaron para esconder cada pliegue, cada marca, cada imperfección que no encaja en la vitrina de lo aceptable.
El problema nunca fue tu cuerpo
El problema fue, y sigue siendo, la mirada que te enseñaron a tener sobre tu cuerpo.
Una mirada que no observa: juzga.
Que no acompaña: exige.
Que no abraza: mutila.
Reconciliarte con tu cuerpo no es opcional si querés reconciliarte con tu placer.
No porque tengas que amarlo siempre.
No porque sea perfecto.
Sino porque mereces sentirte en casa adentro de tu piel.
Salir del clóset de tu cuerpo: un grito de libertad
Así como salir del clóset para las personas LGBTQ+ implica romper el silencio, desafiar el mandato del ocultamiento y vivir con autenticidad, salir del clóset de tu cuerpo:
Es declarar que tu existencia no tiene que ser escondida para merecer ser celebrada.
Es dejar de pedir permiso para ser vista.
Es dejar de editarte para existir.
Es dejar de pensar que tenés que ser «otra versión de vos» para ser deseable, válida o digna de placer.
Salir del clóset de tu cuerpo es rebelarte contra la vergüenza que te enseñaron.
Es elegir sentir antes que esconderte.
Es recuperar el deseo que siempre te perteneció, antes de que el miedo se lo robara.
¿Por qué es urgente hablar de esto?
Un estudio reciente del Journal of Health Psychology (2021) encontró que más del 70 % de las mujeres experimentan preocupaciones sobre su apariencia durante el sexo, afectando directamente su capacidad de excitarse y alcanzar el orgasmo (Journal of Health Psychology, 2021).
La revolución no empieza cuando bajás una talla.
No empieza cuando eliminás tus estrías, tu celulitis o tu cicatriz.
La revolución empieza en cómo decidís habitarte.
En cómo te animás a mirarte sin odio.
En cómo te negás a seguir pidiendo disculpas por ocupar espacio.
Recuerda:
No necesitás corregirte para ser digna de placer.
No necesitás encajar para ser deseada.
No necesitás esconderte para ser amada.
Tu cuerpo no es el problema.
Tu vergüenza no es tu esencia.
Tu libertad empieza cuando dejás de pedir permiso para habitarte.
Salir del clóset de tu cuerpo es un acto de amor propio.
Y también de rebelión.
Y también de resistencia.
Porque vivir en voz alta, en cuerpo completo,
es el primer grito de libertad que el mundo necesita escuchar.
Fuentes:
• Journal of Sex Research (2017). Body Image and Sexual Functioning.
• Cash, T. F., & Smolak, L. (2011). Body Image: A Handbook of Science, Practice, and Prevention.
• Journal of Health Psychology (2021). Impact of body image on sexual health outcomes.
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